¿Por qué se tira al suelo?

La pregunta del millón, eso que nos vuelve locos en la cola del supermercado, de camino al cole, en mitad de una “rabieta”. Pues aunque las razones por las que ha llegado hasta ahí las contaré en otro post, vamos a ver el motivo concreto por el que se tira al suelo.

Tirarse al suelo es algo muy común en pequeños y pequeñas con rasgos dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA) pero por supuesto es algo que entra dentro del desarrollo normotípico y estoy segura que sea cual sea tu crianza has vivido este momento en tus carnes.

Pequeño apunte: Es cierto que a veces, el lanzarse al suelo en medio de un momento de “rabieta” o descarga de frustración puede tener historia. Cuando hablo de tener historia me refiero a que sea algo que se haya aprendido a lo largo del tiempo, en un contexto en concreto. Puede ser que su respuesta automática a la frustración sea lanzarse al suelo, normalmente cuando esto pasa, te miran, buscan tu atención y suelen escalar el lloro si no reaccionas, la frustración va en aumento, nos hacen saber que cada vez están peor. Pero de este tipo de demostración de frustración no es de lo que estamos hablando en este post en concreto. Estaríamos hablando de necesidad de atención y comfort, lo dejamos para otro día.

Sin embargo, ahora hablamos de esos momentos en los que el suelo y el niño o la niña son uno. Que se tira al suelo para concentrarse, pensar, mirar algo con detenimiento, cantarse a sí mismo/a, jugar con algo que tiene en las manos o simplemente pegar todo su cuerpo contra el suelo. Y no parece que tenga intención alguna de moverse. No importa lo que hagas, ofrezcas, o le digas, no se va a levantar. Entonces estamos hablando del suelo como estrategia de regulación.

El suelo les ofrece una presión profunda, un efecto sensorial constante que relaja, igual que las mantas de gravedad o un buen abrazo de oso. Cuando estamos desregulados buscamos regularnos, pero a veces nos cuesta años de auto descubrimiento comprender qué nos tranquiliza. Por suerte, los niños y las niñas son ávidos lectores de sus propias sensaciones y saben que la presión del suelo en su cuerpo y concretamente en su estómago, les devuelve a un estado de calma.

Es vital que en estos momentos entendamos qué es lo que está pasando, para no perder la paciencia y viajar a un estado mental de desesperación por el presente y por el futuro. Simplemente entendemos que se está regulando y si en ese momento no es apropiado ni seguro que esté en el suelo, ofrecemos alternativas que sabemos que funcionan en este caso en concreto con el mismo fin. Es importante entender que tenemos que seguir ayudándole a regularse. Y no hay palabras en el mundo que nos ayuden cuando no podemos escuchar. Ni “María levanta del suelo y vamos al parque”, ni “si te levantas te compro un helado”, ni un “ no vuelvo a salir contigo al supermercado, así no se puede” ni ninguna de las eternas frases que nos salen por la boca fruto de la frustración y el no saber qué necesitan.

Empecemos por entender que no todos los seres humanos nos regulamos igual y lo vemos dentro de nuestro día a día. Pero también tenemos tanto en la infancia, como en la infancia extraordinaria, dos grandes tipos, aunque puede haber también una mezcla según el momento, de deficiencias del procesamiento sensorial; la hipersensibilidad y la hiposensibilidad.

Los niños y las niñas con tendencia a la hipersensibilidad evitan aquellos estímulos que les sobrepasan, entre ellos las texturas, sonidos, situaciones o sensaciones corporales o los cambios bruscos de luz, temperatura, ambiente, etc. Incluso el cambio de superficie puede afectar a su procesamiento del ambiente en ese momento, y vemos momentos de marcha idiopática de puntillas, problemas alimenticios con ciertas texturas o sabores o prendas o calzado.

Por el contrario, cuando tienden a una hiposensibilidad, buscan esas sensaciones, quieren más de eso de lo que nosotros tenemos suficiente. Suelen tener alta tolerancia al dolor, buscan el contacto físico intenso y experimentar las cosas con sus manos, boca, sus pies, su cuerpo en general. No basta con balancearse un poquito en un columpio, hemos de hacerlo con mucha intensidad o frecuencia. No basta con jugar un poco con agua, quiero estar empapado, si el suelo es de una textura rugosa quiero ir descalzo para sentirlo bien y si hace frío, no quiero taparme si no ir en manga corta.

Ahora que entendemos un poco a grandes rasgos a qué nos referimos con procesamiento sensorial, vamos a pensar en esta conducta y a ubicarla dentro de uno de estos dos tipos de procesamiento. Piensa que un niño o niña no tiene por qué caer dentro de una casilla y no moverse, no es todo blanco o negro, puede ser blanco por la mañana, gris por la tarde y mañana negro todo el día.



La próxima vez que se tire al suelo y notes que se empieza a relajar entiende que está eligiendo sus propias herramientas para calmarse, autoregularse (¡celébralo!). Entiendo que sea complicado comprender que te anime a celebrar que esté en el suelo y no te dé ninguna herramienta para que deje de hacerlo, pero créeme que las he probado todas.

He estado durante años trabajando con niños con perfiles muy complejos de TEA que vivían en el suelo, en un contexto escolar donde había que estar siempre en otro lado. Muchas clases grupales, individuales, piscina, comedores, patios, vestuarios, terapias, lugares a los que había que llegar sí o sí…¿y los niños de Mar? ¡en el suelo!

¿Quieres saber qué pasaba entonces? ¡Que venía alguien a “ayudarme”! Siempre alguien más fuerte y más serio que yo. El consejo era siempre el mismo y por supuesto no iba por el camino del entendimiento o el diálogo, ya me entiendes. Y yo, negándome en rotundo a cambiar mi forma de hacer, tuve que dar respuesta a todos estos por qué para llegar al fondo y poder dar soluciones que respetaran esa forma de entender al niño, porque lo cierto es, que o los entendía, o alguien vendría a levantarlos.

Entonces… cuando un niño o una niña se lanza al suelo, esta diciéndonos algo. Muy a menudo no son verbales y no pueden expresarse con palabras pero escuchándoles con todos los sentidos podemos entenderles también. Se están tratando de regular.

¿Que no pueden en ese momento estar en el suelo? Ofrezcamos una alternativa que funcione con el mismo fin. Una serpiente grande a la que abrazar, una pelota tipo Montessori con agujeros para meter los brazos, un fidget toy, unos cascos con sonidos que relajen, etc.

¿Y si no tienes herramientas a mano? un abrazo de oso, utiliza presión en brazos u hombros o incluso en su espalda. Pero ponedle nombre, avísale, pregúntale, crea un ritual con el que poder salir de esos momentos si lo necesitas sin herramientas y hazle partícipe para que comprenda que estás enseñándole el mismo camino a la regulación que ha aprendido solito/a, pero con otra forma.

Pero si te puedo dar un consejo es que no lo hagas siempre, permite el suelo cuando sea seguro. Porque es una técnica que ha encontrado de forma autónoma, y se refuerza cuando lo hace, es un subidón de autoestima, cuando al hacer lo que ha descubierto sin ayuda, consigue lo que necesita. No es la técnica en sí, si no el aprendizaje de llegar hasta ella lo que vale oro. Hoy es el suelo, mañana será la respiración, pasado hará running, yoga o meditacion. No pienses que “va a estar siempre en el suelo” y que eso hay que cambiarlo. Estos pensamientos fatalistas solo hacen que añadir más ruido a la crianza, más ansiedad, y que o bien le despeguemos del suelo a la fuerza o añadamos alguna táctica (pantallas?) que a la larga crearán relaciones emocionales bastante complicadas; me siento desregulado = acudo a X, ya me he olvidado de lo que descubrí que me hacía sentir bien.

¿Tu te calmabas igual a los 5 años que ahora? Lo que importa es aprender a encontrar la caja de herramientas, no el color del martillo. Y si los dos martillos funcionan igual, aunque sean de diferentes colores, muy probablemente me levante del suelo si acabo consiguiendo presión profunda y calma mental y sensorial que es lo que necesito.

Pasito a pasito.

Como siempre, estoy aquí si lo necesitas, puedes escribirme y hablamos, o reservar una sesión si quieres saber más sobre cómo implementar la regulación sensorial y emocional en tu hogar. Te acompaño en el camino.

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La frustración & la infancia extraordinaria.