¡Menudo día! A ver quién duerme…

Uno de los temas que más preocupan en casa es sin duda el sueño. De ahí la oleada de asesorías de sueño y cantidad de “especializados”, en este tema.

Y me encantaría poner mi granito de arena, desde luego desde la perspectiva integrativa y del desarrollo del niño en su totalidad, sin separarle en cajitas individuales, como si su desarrollo fuese fragmentado.

Me gusta mirar a la infancia con ojos de quién elige llenar de libertad y conciencia los primeros días y las primeras veces.

Y por ello no puedo comulgar con quien elige mirar la crianza desde una perspectiva tan especializada que no puede abarcar la totalidad de quienes son nuestros niños y niñas.

El sueño hay que abarcarlo desde la mirada integrativa que merece, por ello si crees que tu pequeño o pequeña puede tener complicaciones para dormir, puedes escribirme y hablamos, y vemos si tenemos que derivar a algún otro profesional o puedo acompañaros desde la atención temprana y la pedagogía.

Me encantaría que ahora te pararas a pensar sobre tu hijo o hija;

¿Qué le mueve?

¿Qué le hace feliz, qué le inunda de dopamina?

¿Qué le tranquiliza y da estabilidad?

¿Qué le pone nervioso o en el punto de mira?

¿Qué le incomoda?

¿Cómo es su rutina? ¿Su ambiente?

¿Cómo se están acompañando sus emociones, sus pequeños logros, sus grandes cambios?

Para entonces poder hablar y observar cuando algo de esto se exacerba o cambia, cuando nos faltan algunas de las patas de la mesa y entender, que por supuesto, esto afecta al momento en el que se apagan las luces y entiendes, o sientes, que a tu mesa le falta algo. Y no puedes dormir.  Puede estar pasándole a tu pequeño.

Nosotros podemos poner conciencia, trabajarla y entendernos. Pero sin comunicación, sin comprender la amalgama de sentimientos que son nuestros pequeños por dentro, no son capaces de ponerle nombre. Y no descansan. Una noche. Que hace que la siguiente se añada el cansancio a aquello que en un primer momento no le dejaba dormir. Y así consecutivamente.

Por ello, para abarcar el sueño, a mi, no me vale solo con las rutinas.

Ni las ventanas de sueño, ni el dejar llorar, ni tampoco todo lo contrario.

Acompañar en el sueño requiere de una sensibilidad integrativa y de hacer que vayamos a la base de problema y le abracemos por el camino.

Por tanto, cuando hablamos de “¿qué podemos hacer tras un día movido para potenciar el sueño?” Tenemos que volver a las patas de nuestra mesa.

Y entender de qué han tenido mucho y de qué necesitan un poco más. Y ofrecerlo.

Sean las horas que sean, porque a veces llegamos a casa mucho más tarde de lo que suelen acostarse y entendemos que aunque sea sin ponerse el pijama, sin su beso de buenas noches o duchita, deben dormir porque “ya van tarde”.

Ahora piensa la última vez que llegaste a casa a las mil después de un viaje, cargada de maletas, hambre, olor a avión o tren y necesidad de sentarte a mandar un mail o hacer un pago urgente. Son las 12 de la noche, pero necesitas guardar la maleta o dejarla medio aseada, darte una ducha, preparar algo de comer, sentarte a escribir ese mail y pagar esa factura. Y entonces, sin mirar el reloj, descansas.

No concibes meterte en la cama y descansar como siempre con todo ese cúmulo de cosas importantes que hacer.

Lo mismo pasa con nuestros niños y niñas. Te voy a hacer un viaje por las preguntas que pueden ayudarte cuando no puedan dormir tras un día ajetreado, con las horas del reloj llenas fuera de casa, o dentro, pero que no sabe a cualquier otro día de los que tenéis normalmente:


  1. ¿Cuánto rato han podido estar en el suelo?

Esta es la primera pregunta. Sobretodo si son bebés o están empezando a explorar su entorno, si no pueden moverse por el espacio libremente, pregúntate si han podido practicar esos movimientos, estirar esos músculos en desarrollo. Los bebés y niños y niñas en edades tempranas son como pequeños atletas, tienen muchísima musculatura, se estima que hagan entre 60-70 cambios de postura cada media hora  (según momento evolutivo y muchas otras variantes), cuando les dejamos moverse en el suelo libremente. Entonces, ¿han tenido esa oportunidad hoy? Quizá ha sido un día muy ajetreado para ti pero ellos han estado en el carrito, en brazos o sin poder moverse de la silla del coche la mayor parte del día.

¿La solución? Permitir un buen ratito de movimiento antes de intentar llamar a la calma para que durmamos. Una alfombra cerquita de la cama, sin mucho estimulo, luces tenues, incluso un poquito de aceite de lavanda para bebés en difusor, movimiento sin sobre estimulación. Estirar, explorar, liberar y entonces, dormir.

2. ¿Se han sentido escuchados y conectados a ti?

Si has tenido un día de mucha socialización piensa que han estado la mayor parte del tiempo desconectados de ti, porque tu energía se ha dirigido a otras personas, y esto es un cambio muy brusco para ellos, que de normal tienen tu atención plena muchísimas horas al día.

Si no sabes qué le ocurre y no quiere estar en el suelo, prueba a dedicarle un ratito antes de potenciar la calma para conectar. Depende de la edad esto puede ser un masaje consciente, un ratito de música calmada y abrazos, mirar un cuento juntos o jugar a un juego calmado en la cama, que les deje con esa sensación súper gustosa de conexión.

3. ¿Han comido y bebido lo suficiente?

Esta es una pregunta obvia pero a menudo, cuando salimos, los niños y niñas comen como pajaritos, lo que va llamando su atención, lo que la gente les ofrece si tienen suerte, o a veces tienen tantas cosas en las que fijarse que comer es la última prioridad.

Fomenta un espacio de escucha activa al hambre, ofrece frutas o batidos de frutas caseros, grasas de calidad, algún hidrato, lácteo y permite elección. Este es un momento perfecto para que elijan qué nutrientes pueden estar necesitando, y se escuchen, una herramienta fundamental en la adultez. El hambre suele traer tempestades y preferimos dormir media horita más tarde pero descansar que entrar en tempestad y no poder descansar en toda la noche.

4.  ¿Cómo estás tú?

Esta es la pregunta que debería ir al inicio, pero sé que hasta cuando lees, buscas respuestas para tu pequeño o pequeña, y a veces, necesitamos escucharnos, escucharnos atentamente para poder responder. ¿Sientes ansiedad por un cambio en la rutina y cómo puede afectaros esta noche? Piensa que la flexibilidad se practica en la estabilidad y que a veces lo único que podemos hacer, es buscar nuestro rinconcito, donde estar cómodas y descansar a pesar de que nuestro pequeño o pequeña no consigan hacerlo. Encuentra la paz poco a poco, permite un poquito de flexibilidad y verás que la paz en ti, trae paz en tu pequeño o pequeña. Esto es muy sencillo hablarlo, y puede que no te salga a la primera, ¿pero lo has intentado? En lugar de forzar una rutina estricta un día que no parece que estemos por la labor, encuentra un rincón donde quepáis los dos y te sientas cómoda (el sofá, una cama bajita, etc) y permitete descansar, inundar de paz la habitación y calmarle desde la presencia y el descanso. A veces es la técnica más efectiva. Modelar y permitir que esas neuronas espejo se activen y decidan que es un buen momento para dormir. Esto es algo puntual, compensatorio por un día muy diferente, permite la flexibilidad y mañana será otro día.


Si necesitas apoyo o acompañamiento porque o bien este es tu día a día (recuerda que estos son consejos para un día puntual de mucho ajetreo; viaje, boda, nochebuena, cena con amigos, etc) o bien porque este proceso te parece inalcanzable, yo te animo a escribirme.

Nos tomamos un café gratis y me cuentas más.

¡Nos vemos pronto!

Mar :)



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